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La gota: cuando hay cristales en tus articulaciones

La doctora Isabel Guillén Vicente, traumatóloga de la Clínica CEMTRO de Madrid, especialista en extremidades inferiores, nos cuenta una aparente contradicción que se observa en la enfermedad de la gota: “La analítica del paciente puede reflejar un nivel elevado de ácido úrico en sangre y que no la padezca, así como mostrar un valor normal y que la sufra con dolores agudos, cortantes, en las articulaciones, sobre todo en la zona del dedo gordo del pie”.
La gota no es más que una artritis (patología inflamatoria crónica que ataca el líquido sinovial) causada por los depósitos de ácido úrico (cristales de urato) en las zonas articulares. La artritis, en muchos casos relacionada con el sistema inmunológico, deforma, en fases avanzadas, las articulaciones afectadas, normalmente manos y pies.
Tanto la artritis como la artrosis (inflamación crónica del cartílago) ocasionan dolor y rigidez en las articulaciones y crean dificultades en el movimiento al degenerar el cartílago, protector o amortiguador que evita el roce de los huesos.

Del ácido úrico a la gota… y al dolor
El ácido úrico se produce cuando el organismo descompone ciertas sustancias naturales que se encuentran en algunos alimentos (purinas). Las células de nuestro organismo procesan las purinas y las envían al torrente sanguíneo, por donde llegan a los riñones. Tras su filtración se desechan a través de la orina.
Cuando el organismo no procesa bien estas purinas se originan cálculos renales (piedras en el riñón) o los depósitos de cristales de ácido úrico -tofos más o menos densos- en las zonas articulares, muy frecuentemente en la primera articulación metatarsofalángica, la que une el dedo gordo al resto del pie.
La gota también puede inflamar el empeine, el tobillo (que la inexperiencia lleva a confundir con un esguince), la rodilla, el codo o la muñeca. Se suele manifestar con dolor agudo y es habitual que se acompañe de eritema o enrojecimiento de la piel. Si la gota no se trata con prontitud los dolores serán cada vez serán más intensos y duraderos.
“La gota es frecuente hoy en día, pero antiguamente estaba considerada como una enfermedad de personas adineradas, ya que eran los que comían más carnes rojas y más cantidad de mariscos, además de otros productos ricos en ácido úrico, como los tomates, las vísceras, los espárragos, las espinacas, los champiñones, las sardinas, las anchoas, las bebidas alcohólicas, la cerveza y el café; alimentos y bebidas que inciden en el aumento del nivel de ácido úrico en sangre, origen de ciertas enfermedades inflamatorias”, apunta la traumatóloga.
Pero no todos los pacientes que destacan por su ácido úrico en sangre padecerán gota y no todos los que están diagnosticados de gota tendrán valores elevados de ácido úrico.
“Hay que tener predisposición a provocar esta acumulación de ácido úrico en las articulaciones o en el riñón. Cuando se padece esta enfermedad lo que se observa es que el ácido úrico se está depositando en las articulaciones y no tanto que tengamos niveles altos de ácido úrico en sangre, ya que la analítica puede decir que todo es normal”, señala.
Las personas con valores elevados de ácido úrico en sangre tendrán una cita segura con el médico reumatólogo, más aún si son valores constantes en las analíticas y se acrecientan con el paso de los años. Deben ir al médico con certeza si existen antecedentes de hiperuricemia en algún miembro de su familia.

Del dolor de la gota al tratamiento… y a la cirugía en los casos más graves
Son los hombres mayores de cuarenta y con sobrepeso a quien más afecta la gota, pero nadie está excluido. En las mujeres es raro hasta que entran en la etapa de la menopausia. “A partir de ahí, pueden padecer gota con la misma frecuencia que los hombres”, aclara la doctora Isabel Guillén.
El diagnóstico suele ser de “sospecha” y en principio no se practica una biopsia (análisis del líquido de las articulaciones para verificar la presencia de cristales de ácido úrico), que sería la técnica diagnóstica más acertada.
“En esta fase aguda se prescribe un tratamiento médico al paciente y controlamos su dieta, reduciendo alimentos ricos en purinas. Existen dos tipos de fármacos, uno que disminuye el ácido úrico en la sangre y otro que hace que el riñón elimine este ácido con mayor facilidad”.
También existe una gota crónica en articulaciones de los pacientes, donde se van depositando los cristales de ácido úrico.
“Primero lo observamos con diagnóstico por imagen (RX, TAC) y luego, cuando operamos a este tipo de pacientes con artroscopia (pequeños cortes para introducir una cámara y el instrumental quirúrgico), vemos en vivo el extremo del hueso, que se encuentra tapizado por los cristales de ácido úrico… es como una capa de yeso blanco, lo que provoca mucha artrosis y un gran dolor”.
Es en la articulación del dedo gordo del pie donde se solucionan un mayor número de casos, pero también es relevante el número de rodillas que necesitarán una prótesis debido a la acción devastadora de los cristales de ácido úrico en las articulaciones.
“En ocasiones, esos depósitos forman tofos -bolas de cristales-, y si surgen, por ejemplo, en en la zona de flexión de la muñeca -túnel carpiano- estaremos ante la compresión de un nervio y el consiguiente dolor. No quedará otro remedio que emplear cirugía para eliminar este cúmulo de cristales de urato, aunque a la vez haya que tratar la enfermedad con el fin de reducir el nivel de ácido úrico en el resto del organismo”, razona la doctora Isabel Guillén.
Por eso, y para evitar alimentar a otras muchas enfermedades, debemos controlar nuestra dieta… “tendremos menos posibilidades de desarrollar la gota. De hecho, el control nutricional nos está llevando a tasas de reducción de esta y otras patologías metabólicas, como la diabetes”, concluye.

 

Fuente efesalud

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