
Las larvas entran por la piel, suben por la sangre a los pulmones y desde allí llegan al intestino, dónde viven como adultas y ponen huevos que salen por la heces.
Estos días se ha hecho viral que cuatro adolescentes de Estados Unidos contrajeron una infección con estos parásitos tras jugar a enterrarse en la arena de playa, en Miami. La madre de uno de ellos, el que en peor situación se encontraba, compartió imágenes del estado en el que llegaron a estar los pies de su hijo, advirtiendo del riesgo de enterrarse en la arena e incluso de caminar descalzos por ella. No conviene dejarse llevar por el alarmismo y dejar de disfrutar de caminar descalzos por la arena o permitir que nuestros niños jueguen con ella. Las infecciones por este parásito solo son relativamente habituales en los países en vías de desarrollo con clima húmedo o subtropical. Allí sí que son un grave problema que contribuye incluso a la muerte de niños y personas inmunodeprimidas, ya que les debilita y facilita que otras enfermedades se agraven.
En los países desarrollados o con otro tipo de climas, apenas hay casos y siempre se pueden controlar mediante distintos tratamientos. Pero más allá de su prevalencia, ¿qué son los anquilostomas, cómo se producen las infecciones y qué síntomas tienen?. Los anquilostomas son unos pequeños gusanos nematodos (conocidos normalmente como gusanos redondos o cilíndricos de los que hay 25.000 especies registradas, aunque se calcula que pueden existir medio millón. Los que causan infecciones son cuatro variedades, y solo el necator americanus y el ancylostoma duodenale afectan a los seres humanos. Otras variantes afectan a perros y gatos domésticos y son una de las razones por las que conviene tener a nuestros animales domésticos puntualmente desparasitados. Estas formas de vida parasitarias cuentan con unos dientes en forma de gancho con los que se adhieren a la pared intestinal. Allí viven, provocando ya de paso pequeños sangrados, y ponen sus huevos, que salen mezclados entre los excrementos de la persona o el animal infectados. Una vez en la tierra o la arena, los huevos eclosionan y se convierten en larvas, que excavan a través de la piel y avanzan por la sangre hasta alojarse en los alvéolos pulmonares. De allí suben a la garganta, se tragan y acaban de nuevo en el intestino, dónde se alojan los adultos repitiendo el ciclo. Es por tanto en lugares en los que se puedan pisar heces o aguas residuales dónde hay que extremar las precauciones.
Síntomas y tratamiento
La infección suele ser asintomática, ocasionando frecuentemente deficiencia de hierro y anemia por los sangrados intestinales, diarreas leves y otras molestias estomacales. A largo plazo produce pérdida de apetito y desnutrición. En ocasiones, mientras las larvas migran desde los pulmones, puede aparecer tos y fiebre. Y también en ocasiones surgen sarpullidos con fuertes picores en las zonas de la piel por las que las larvas entraron en el cuerpo (anquiolostomosis cutánea) y que es lo que ha sucedido a los jóvenes que jugaron descalzos en la arena de Miami. Para saber si se tiene una infección por estos parásitos, basta con analizar las heces. Y el tratamiento incluye medicamentos antiparasitarios y, si procede, suplementos de hierro y antibióticos.
Fuente 20minutos.es
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