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Descubren un antibiótico 100 veces más potente. Y a plena vista

Descubren un antibiótico 100 veces más potente. Y a plena vista

La clave estaba en un antibiótico muy conocido… pero no usado correctamente.


Los antibióticos fueron quizá uno de los grandes triunfos de la medicina del siglo XX. Infectarse dejó de ser una sentencia. Pero hoy estamos entrando en una época oscura: las bacterias resistentes están ganando terreno, y la promesa de “un antibiótico para cada infección” suena cada vez más lejana.

Cada año, miles de personas mueren por infecciones que antes serían simples de enfrentar. Un informe reciente de la OMS señala que, en 2023, una de cada seis infecciones confirmadas resistió los antibióticos más comunes. ¿A qué se debe esto? Dos razones fundamentales. La primera es el aumento de la resistencia bacteriana crece: las bacterias desarrollan defensas contra los antibióticos existentes y lo hacen más rápido de lo que podemos responder.

La segunda es que la inversión científica en nuevos antibióticos se ha reducido, ya que los antibióticos no son rentables comparados con medicamentos crónicos. Muchas compañías farmacéuticas se han retirado del campo, dejando un campo fértil para el crecimiento de bacterias resistentes. A esto hay que sumarle que los candidatos habituales para servir como antibióticos ya han sido explorados en su mayoría y encontrar algo verdaderamente nuevo y útil ha sido históricamente difícil.
Por eso, un nuevo estudio publicado en Journal of American Chemical Society, llama tanto la atención: un antibiótico que estaba “escondido a plena vista”, sin haber sido probado hasta ahora. Los autores, químicos de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y Monash (Australia), liderados por Greg Challis, identificaron una molécula intermedia implicada en la biosíntesis de un antibiótico viejo que resultó ser mucho más fuerte que él. La molécula se llama pre-methylenomycin C lactone.
Aunque methylenomycin A fue descubierta hace unos 50 años, nadie había pensado en probar sus pasos intermedios como posibles antibióticos. Al “hacer borrón” genético en el organismo productor (Streptomyces coelicolor), los investigadores desbloquearon estas moléculas que la bacteria sintetiza, pero que luego “transforma” a versiones más débiles.
En la naturaleza, muchas bacterias (como Streptomyces) fabrican antibióticos mediante rutas biosintéticas: cadenas de reacciones químicas en las que una molécula inicial se va transformando poco a poco, como si pasara por una línea de montaje. Cada “etapa” o intermedio tiene una forma y una función química distinta. En la mayoría de los casos, el producto final es el que conocemos como antibiótico.

Pero, y aquí está lo fascinante de este hallazgo, a veces los pasos intermedios son más potentes o más activos que el producto final, solo que la naturaleza nunca los “deja salir” porque el proceso continúa hasta el final.
En este estudio, los autores hicieron un borrado genético: desactivaron una enzima de la bacteria que completaba el último paso de la ruta. Eso detuvo la “cadena de montaje” y permitió que el intermedio quedara expuesto. Y entonces descubrieron que ese intermedio (pre-metilenomicina C lactona) era muchísimo más potente como antibiótico que el producto final.
Básicamente, es como si el proceso fuera en una fábrica de perfumes. La fragancia final es suave y equilibrada, pero durante la mezcla, hay un momento en que el aroma es tan intenso que parece concentrar toda su fuerza en una gota. Normalmente, ese punto intermedio se diluye y desaparece en el proceso. Pero el equipo de Challis detuvo el proceso en ese instante preciso.

El resultado: la pre-metilénomicina C lactona mostró actividad contra bacterias Gram positivas resistentes (como MRSA y Enterococcus resistente a vancomicina, VRE) con una potencia más de 100 veces superior a la del antibiótico original.

Sin embargo, es necesario tener cautela: estamos en la fase preclínica. Es necesario evaluar seguridad, toxicidad, eficacia en animales, dosis óptimas, efectos secundarios, etc. El camino hasta un antibiótico usable en humanos es largo y lleno de obstáculos.

 

 

Fuente larazon.es